Yo soy Ana |
Y uno se preguntará, ¿qué es la Pita Floja? Pues eso se lo deberíais preguntar a Madre
Ana (no somos la misma persona, eh?) aunque después de la experiencia ya os lo
cuento yo…
Pita Floja es una aldea del departamento de Verapaz Alta,
que es donde nos encontramos, pero que está súper alejada de San Cristóbal.
Aunque Madre Ana dijo que sólo necesitaríamos una hora y media para llegar en
coche hasta el punto desde donde empezaríamos a caminar, lo cierto es que los
cálculos no son lo suyo y necesitamos 4 horas.
Aldea Pita Floja |
Ahí estábamos ventitantas personas divididas en dos coches,
junto con los colchones, las mantas, algo de ropa y los apretujones propios de
ir hacinados en un pick up. Después de ser bienvenidos al “derrumbe”,
atravesarlo,
Comienzo del viaje. Preocupada por haberse manchado la zapatilla! No sabía lo que me esperaba No teneis una toallita? |
Conduzca con precaución |
no pagar el peaje (#jonovullpagar), subir mil cuestas con el coche
agonizando(he de reconocer que hasta llegué a soltar el volante para alentar al
coche, provocando el pánico entre los que me acompañaban), bajarlas e ir
cambiando todo el viaje de primera a segunda y en algún que otro tramo,
tercera, llegamos a la aldea desde donde empezaríamos a caminar: “La Soledad”, en ese momento
no sabíamos la repercusión que este nombre tendría…
Repartiendo mercancias |
Empieza la aventura |
17,30 de la tarde, comenzamos a caminar en el grupo de
cabeza, mientras los Pita flojenses cargaban con los colchones. 17,32 primera
caída de culo. Pensaréis que una es muy lerda, pero no, el camino, bastante
empinado, estaba lleno de lodo (barro) así que zapatillas hechas un asco y
pantalón y camiseta más de lo mismo. Antes de las 18,00 y pese a haber empezado
las primeras, Salomé, Esther, Margarita, Amilcar y yo ya estábamos los últimos.
Todos ellos podrían ir en la “tête de la course” pero muy amablemente
decidieron solidarizarse conmigo y me acompañaron tooooooodo el trayecto.
Aunque Amilcar necesitaría una entrada propia en este blog
o, al menos por mi parte, la creación de un club de fans, os resumiré
brevemente quién es. Él trabaja en el colegio y en el hogar como
conserje-manitas y es oriundo de Pita Floja, así que conoce perfectamente
tooooodos los caminos y claro está fue nuestro salvador! Que me caía… ahí
estaba Amilcar, que se hacía de noche… ahí sacaba su linternita (la única para
los 5), que no sabía dónde pisar… él indicaba el camino y me alentaba diciendo
“Ahí está!” (esto no lo entenderéis hasta que no nos oigáis decirlo en vivo y
en directo) Un héroe señores!!!
Amilcar, nuestro héroe |
Y por si fuera poco, en un momento de flojedad, tras medio
desmayarme y que Esther, Margarita y Salomé me hincharan a Gatorade, galletas
de Oreo y alguna que otra chuchería para ganar algo de glucosa, donde dije que
ya no podía más, que me quedaba a dormir allí en medio de aquella “selva”, él
tenía a algún familiar con casa a medio camino. Así que, ya bien entrada la
noche, cuando teníamos que tomar la decisión de quedarnos a dormir en casa del
tío o seguir hasta Pita Floja, yo lo dejé en sus manos y después de que las
tres le hicieran un interrogatorio en menos de 1 minuto, decidimos continuar.
Eso sí, tras hablar por el móvil con su otro tío, (aunque no lo creáis, en la
“selva” sí hay cobertura, jeje) vinieron éste y otro más a “rescatarnos” con
más linternas.
Los precipicios nos acompañaron |
Seguimos bajando la ladera, yo cayéndome, arremangándome los
pantalones llenos de barro, subiéndome las gafas con dignidad; Amilcar
insistiendo con su “Ahí está” cada vez que dábamos un paso en firme; Salomé,
Margarita, Esther y los otros dos a su rollo y riéndose de la situación a la par que contemplaban las luciérnagas que
se posaban delante de nosotros y por fin llegamos al río, que obviamente,
habíamos de atravesar cruzando “el puente”.
Las cuestas fangosas |
Allí estaban esperándonos la Madre Ana y otros
hombres de la aldea, cargados con sus colchones, todos preocupados por cómo
llegaríamos. Aunque suene muy intenso, he de decir que fue una sensación muy
bonita, porque gente a la que no conocíamos de nada, nos esperó para ver cómo
estábamos, ayudarnos a cruzar y acompañarnos en el final del trayecto. En todo
momento tuvieron paciencia y se preocuparon por nosotras (por unas más que por
otras, jaja) Todo un ejemplo de solidaridad, amistad y humanidad.
Nos dijeron que el resto ya habían llegado a la aldea (ahora
simplemente quedaba una “pequeña” subida y estaríamos en la aldea) y que Jaime,
otro chico que nos acompañaba, se había caído haciéndose una pequeña brecha en
la barbilla. (Al menos el protagonismo del viaje era ahora compartido, jajaja)
Jaime en el intento de rescate de su mochila! |
Comenzamos a cruzar, primero
nuestro salvador Amilcar, marcando el camino, luego el resto. Claro
está, lo “peor” que nos podía pasar era caernos al agua (no Esther?) pero
dentro del cupo de caídas no se contemplaba ninguna en el río, así que haciendo
malabarismos por “el puente” (cuatro ramas atadas con mucho esmero y desafiando
a cualquier ingeniero que a su vez, tenían como punto de apoyo los enormes
pedruscos ) logramos llegar a la otra parte del mismo.
El héroe en acción |
A partir de ahora comenzaba la subida para llegar a la
aldea. Muy empinada, con tramos en los que simplemente escalábamos y con la
mítica frase de Madre Ana “Ya estamos, que esto yo ya lo conozco” que repitió
una docena de veces. “ A las 21:30, sí, 4 horas más tarde, para un trayecto que
ellos hacen en 45 min (de día claro) , llegábamos a la aldea, con barro hasta
en las cejas y con calcetines y botas que no volverían a estar secas hasta
pasado tres o cuatro días, jajaja.
Una vez allí cenamos un caldo de gallina que nos habían
preparado, matando previamente 3 gallinas sólo para todos nosotros. Nos sentó
de maravilla y tras un intento de aseo, nos fuimos a la cama. Estrenamos los
colchones que habían llevado y que estaban dispuestos en la iglesia de la
aldea.
La suit real |
Se pasó toda la noche lloviendo, algunos no lo escucharon, otros, como
yo, sólo pensaban en la cantidad de lodo que nos esperaría el día siguiente. A
eso de las 5 cesó ligeramente y el gallo amigo de Esther comenzó a cantar
8:00 de la mañana, todos despiertos, listos y preparados
para desayunar caldo y pescado (tras pescar 21 peces la noche anterior y tras un intenso intento de buscar la manera de ingerirlo al final se opto por dejarlo, menos Esther, que como una campeona se lo comió todito to!). Acabado esto, celebración de la palabra, con
gente venida de otra aldea cercana, palabras y reflexiones emocionantes y
alguna que otra lagrimilla. Tras esto, foto de familia, y puesta a punto (haciendo
unos retoques de moda, para poder atravesar sin tantos incidentes el laborioso
camino de vuelta, aunque no estén rectos no pasa nada).
De nuevo, más caídas
(no os preocupéis, que yo me levanto sola) lecciones de botánica a cargo de
Amilcar, alguna foto del camino y por fin llegada al río.
Aunque parece que están barriendo, NO, están andando |
Esta vez, acompañados por el solecito, algunos se dieron un
baño, otros descansamos y vuelta a la marcha. Rubén (Catequista de Pita Floja),
Salomé y yo iniciamos el camino un poco antes
que el resto, ya que mi paso así lo requería.
Quiero seguir andando, por favor |
Alguna que otra caída más,
clase de agricultura en la zona y reencuentro con el resto del grupo cuando ya
sólo quedaban 7 vueltas para llegar a la cima.
Se acabaron las vueltas, llegada a la Cumbre |
Todo iba casi rodado, en el tiempo más o menos estimado,
esto es, 4 horas, estábamos arriba, hasta que un grupo de vacas y toros,
descansando plácidamente, se cruzó en nuestro camino. Amilcar, de nuevo, estaba
allí para cualquier contratiempo, aunque no fue necesario. Ninguna de ellas,
así como tampoco el toro, se movieron. Veinte minutillos más de camino y por
fin en el coche!!!
Sucios, unos más que otros, con picadas de mosquito,
moratones o heridas de guerra, pero todos por fi de nuevo en La Soledad.
Momento apocalíptico... |
He llegado!!!! |
Inicio del viaje de vuelta, ahora en coche, con algo de
lluvia a medio camino y paradita para comer algo y reponer fuerzas. También se
nos volvió a hacer de noche, aunque después de lo acontecido, eso no tenía
importancia.
Llegamos sobre nueve y pico, Jaime directo al hospital con
Madre Ana y el resto a casa. Ducha, algo de cenita y partir de aquí os podéis
imaginar…risas recordando el viaje, viendo fotos y contando anécdotas en todas
las sobremesas. Una experiencia bonita, cargada de emociones y sin lugar a
dudas, susceptible de ser repetida. En mi caso, eso sí, siempre acompañada de
Amilcar.
A modo de reflexión y síntesis: Si Yo he llegado a Pita Floja
todo el mundo puede hacerlo (eso sí, nunca tan bien acompañada)
Ahora falta otra entrada con las grandes frases pronunciadas, tanto en momentos de pájara como en otros donde parecía teníamos algo más de cordura
ResponderEliminarCampeonaaaaa en tots els sentits, com a persona, amiga, companyera, treballadora... ànim valenta!!!tu pots en tot i mes, sols en estar ahi ja estàs fent molt de bé. muaks i ànim. Tinc ganes de que compartisques totes eixes experiències en mi en persona, preparare cervesa i gyntonics a tope, jajajja.( momento confesiones)
ResponderEliminarese paseo estuvo muy bonito y ana pues se merece una medalla pues llego hasta el final.... el lugar es magico y su gente tambien... aunque en todo el recorrido me preguntaba si Esther(torry)iba hacer una pregunta magica jejejejjej ATT: Susana
ResponderEliminarMe encanta abrir vuestro blog y ver un montón de aventuras nuevas (y vaya aventuras!!) Ya veo que estáis aprovechando el tiempo al máximo!
ResponderEliminarMuy bueno el apartado de "Frases inolvidables". Torry te das cuenta que eres la que tienes más?? jajaja
Un besazo desde Catalunya aventureras!!
Lo de "floja"... es una ironía no?? madre mía!!! como para ir con la cuelli-tiesa esta!! jajajajaja
ResponderEliminarAna... un placer conocerte a través del blogg... ten por seguro q si hubiese estado ahí hubiesemos acabado las dos igual!! jajaja
Muchos besos aventureras!!
;)